Televisores, aspiradoras, neveras, sensores de luz… La domótica está cada vez más presente en nuestros hogares y todos los indicadores apuntan a que no se trata de una tendencia pasajera.  Según un estudio de Berg Insights, en sólo tres años, el 20% de los hogares españoles contará con, al menos, uno de estos dispositivos, un porcentaje discreto si se compara con el 80% estimado para países como Estados Unidos o Alemania. Aunque su principal objetivo sea facilitar el día a día en el hogar, el uso extendido de la domótica abre un interesante campo de innovación en áreas tan inesperadas como la seguridad, la eficiencia energética o la sanidad, pero, como ocurre con todos los elementos conectados a la red, también suscita dudas sobre la privacidad de los datos con los que esta tecnología trabaja.

Casas inteligentes, pero también ecológicas y accesibles

La domótica, tal y como la define la Asociación Española de Domótica e Inmótica, engloba al conjunto de tecnologías aplicadas al control y la automatización inteligente de la vivienda y, como se indica desde este organismo, sus posibilidades van más allá de la mera comodidad dentro del hogar. Este concepto, que tiene su origen en los años 70, década en la que aparecen los primeros dispositivos de automatización en edificios, resulta clave en la actualidad para hacer un uso más sostenible de los recursos energéticos e hídricos, activar la vigilancia automática para prevenir robos, adaptar los hogares para personas con discapacidad, o incluso favorecer la asistencia a personas mayores o dependientes. Esta serie de beneficios, desconocidos hasta hace pocos años, han hecho que la domótica despierte el interés de los inversores. En cifras de IDC, para 2024, los hogares inteligentes supondrán un mercado valorado en 151.000 millones de dólares, que crecerá a un ritmo anual de cerca del 12 %.

¿Estamos poniendo nuestros hogares en riesgo?

Los dispositivos vinculados al ámbito de la domótica cuentan con sistemas de software y hardware habitualmente poco sofisticados y con configuraciones fáciles, que permiten manejar el aparato a través de un smartphone y conectarlo a la red wifi central. Esta sencillez puede volverse, sin embargo, en contra del usuario, haciendo que los ciberdelincuentes puedan acceder a datos confidenciales tanto del dispositivo conectado como de toda la red a la que pertenece. La domótica sigue siendo un campo en plena expansión y, aunque se están investigando nuevos métodos de ciberseguridad como accesorios con cortafuegos o incluso estándares universales de protección, la prevención por parte del usuario sigue siendo crucial. Al ser el elemento central del internet doméstico, se debe prestar especial atención al router, cambiando la contraseña que venga por defecto, actualizándola cada vez que vinculemos un nuevo gadget y cerciorándose de que el firmware de cada elemento está al día.