Carreteras eléctricas que cargan el vehículo mientras conduces, vehículos con conducción autónoma, la monitorización de la calidad del aire…. Las aplicaciones que la tecnología ofrece para el desarrollo de ciudades cada vez más inteligentes son casi infinitas.

Sin embargo, la gestión smart de una ciudad comienza en las entidades públicas que la gestionan, que ya han dado el paso para la transformación digital de las ciudades con el objetivo de incorporar novedosas herramientas para una gestión más eficiente de sus recursos, que repercuta en la calidad de vida de los ciudadanos. Baste como ejemplo que en la ciudad de Nueva York la administración pública ha creado la figura del CTO (Chief Techonolgy Officer), un detalle que nos permite observar la magnitud que la tecnología ha alcanzado en el desarrollo de esta ciudad. Lejos queda la concepción smart para aquellas ciudades cuyas infraestructuras habían sido diseñadas de manera dimensionada a su densidad de población. Hoy, una smart city no se define sin atender a las TIC que la moldean.

A pesar de los esfuerzos por convertir las ciudades en espacios cada día más inteligentes, aún quedan algunos retos que superar para el desarrollo de ciudades smart plenas. De hecho, en la actualidad en España sólo Bilbao se encuentra entre las diez ciudades más inteligentes del mundo, según el índice SCI 2019 publicado por el Observatorio de Smart City del IMD World Competitiveness Center en colaboración con la Universidad de Tecnología y Diseño de Singapur (SUTD). Estos son algunos de los principales retos:

Aprovechar el dato y la interoperabilidad

El uso de tecnologías como los sensores y el análisis big data de la información recopilada por estas herramientas ayudan a manejar y controlar diferentes parámetros a través de internet –gasto lumínico, gestión de los residuos, planificación urbana, etc.-. Aprovechando la potencialidad del Internet de las Cosas o el Machine Learning se consigue mantener una gestión más eficiente y al mismo tiempo sacar conclusiones que ayuden a optimizar.

En este sentido, la interconexión es el paso previo y fundamental para garantizar toda acción Smart, y ya están dando los primeros pasos en la incorporación del 5G a las ciudades, lo que implicará un mayor número de servicios a disposición de la ciudadanía, con una red intercomunicada que facilite esta interoperabilidad.

Sostenibilidad medioambiental

Por otro lado, el crecimiento de la densidad poblacional implica nuevos e inmediatos retos en materia medioambiental para reducir no sólo la emisión de CO2 sino también garantizar una disminución y consumo responsable y eficiente de recursos naturales. La línea principal en este aspecto lo está marcando el desarrollo de la conocida como ‘economía circular’, centrada en el aprovechamiento optimizado y la reducción y reutilización de residuos. De este modo, también la aplicación de tecnologías que nos permitan medir el gasto energético o lumínico en una ciudad, en aras de obtener una máxima optimización, son ya fundamentales.

Ciberseguridad

La protección del acceso a datos (open data) a diferentes agentes (gestores, desarrolladores, ciudadanos, compañías proveedoras, universidades, analistas, etc.) es otro de los grandes retos. La ciberseguridad debe garantizar la fiabilidad e inmediatez del acceso a estas informaciones para realizar la integración y análisis pertinentes con los que poder tomar decisiones.

En definitiva, es obvio que la tecnología continuará evolucionando y las urbes seguirán creciendo en los próximos años –la OCDE estima que en 2050 la población habrá ascendido a los 9.000 millones de personas, de las que el 70% vivirá en ciudades-, lo que implicará un mayor volumen de inversiones para manejar estas ciudades de manera responsable y sostenible.