Según un informe del International Digital Corporation —IDC—, el mayor proveedor mundial de inteligencia de mercado, la transacción de datos globales crecerá desde los 33 zettabytes de 2018 a los 175 zettabytes que se esperan para 2025 (un zettabyte es equivalente a 1.000 millones de terabytes), y el crecimiento cuantitativo irá acompañado de un cambio estructural hacia el cloud tanto público como privado, que irá sustituyendo progresivamente a los data centers tradicionales y que se convertirá en el principal repositorio de datos de empresas e instituciones.

El IDC ha creado un índice propio para analizar el grado de madurez de los distintos sectores de la economía a la hora de encarar este futuro (ya presente) basado en los datos, y ha llegado a la conclusión de que los servicios financieros y la industria son los mejor posicionados, mientras otros como los medios de comunicación o la industria del entretenimiento están pendientes de dar su gran e inicial salto hacia adelante.

Bajo el título The Digitalization of the wolrd. From Edge to Core, el estudio constata que las grandes regiones mundiales tienen sus propias características y su propio desarrollo, con China destacando claramente como el gran depósito mundial de datos y el país que experimentará un mayor crecimiento, de un 30 por ciento anual de media.

Los consumidores son cada vez más adictos a los datos, y a los datos en tiempo real.  De ahí que el data deba estar, dice el estudio, «always on, always tracking, always monitoring, always listening and always watching – because it will be always learning». A medida que el mundo físico y el virtual se mezclan y superponen, el consumidor cada vez exige más acceder a los servicios y productos desde cualquier lugar, a través de cualquier conexión y de cualquier dispositivo. Para 2025, se espera que el 75% de la población mundial, es decir, unos 6.000 millones de personas, interactúen con datos cada día a través de la red. Para ilustrar de una manera llamativa el ingente caudal de información del que estamos hablando, el IDC ha calculado la longitud que tendría la columna de DVDs que necesitaríamos para almacenar esa información, y el resultado es de 23 veces la distancia hasta la luna.

Este gigantesco universo de datos se estructura en tres partes: el Core, el Edge y el Endpoint. El Core es el corazón de la Dataesfera, los data centers tradicionales y todas las variedades de cloud computing;  el Edge tiene que ver con los grandes servidores y aplicaciones que no se encuentran en los data centers, y aquí se incluyen servidores remotos, pequeños datacenters regionales y locales que aseguran una respuesta lo más rápida posible o, entre otros, las estaciones base de tecnologías como el 5G; y los Endpoints son todos los dispositivos de la red, como los teléfonos móviles, ordenadores, dispositivos de sensorización industriales, coches conectados o wearables.

Este esquema se mantendrá en el futuro inmediato, pero con matices. Por un lado, los datos del Core evolucionarán hacia una mayor depuración, a lo que conocemos como Smart Data, esto es, hacia una selección cualitativa de los datos almacenados, que así depurados permitirán un procesamiento más rápido, más eficiente y más útil para las industrias. Y frente al Core irán ganando peso el Edge y el Endpoint, que es donde se entregan los datos, donde se personalizan los servicios y donde aspectos como la baja latencia —críticos, por ejemplo, para el desarrollo del coche conectado— marcarán la diferencia.

Un futuro apasionante y lleno de retos, sobre todo si tenemos en cuenta, como predice el IDC, que en 2025 y en todo el mundo estarán conectados unos 150.000 millones de dispositivos, la mayoría de los cuales estarán creando o procesando datos en tiempo real, y que cada persona conectada en el mundo generará unas 4.900 interacciones con datos cada día, es decir, una cada 18 segundos.