Cuando el año pasado el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, anunció que la matriz de su compañía pasaría a llamarse Meta, y que entre sus grandes líneas de trabajo para el futuro se encontraba el desarrollo del llamado Metaverso, muchos creyeron que se trataría de otro lanzamiento comercial más, dirigido en este caso al segmento más joven de las redes sociales. Pero el poco tiempo transcurrido desde entonces ha demostrado que se trata de un enorme salto adelante en la concepción del ocio virtual, del desarrollo de aplicaciones y, en definitiva, de las relaciones profesionales y económicas entre las personas y del negocio vinculado a Internet.

El metaverso es un mundo virtual cuyas principales características son la tridimensionalidad y la mayor interactividad posible. En realidad, se trata de una réplica virtual de nuestro propio mundo, en la que nos movemos mediante nuestro avatar, nuestro yo virtual.

El metaverso como tal todavía no existe. Está en desarrollo, pero los grandes players, entre ellos Meta, están trabajando intensamente para que sea una realidad (virtual) cuanto antes. Esto quiere decir que no existirá un solo metaverso, sino tantos como puedan desarrollarse —aunque es previsible que acaben imponiéndose apenas algunos entre el gran público—, y además no se trata exclusivamente de ocio, sino que en el metaverso, al igual que en la vida real, podrán llevarse a cabo actividades económicas, profesionales, artísticas, etc. Esto hace que las posibilidades de negocio que surgirán serán infinitas y tan variadas como en la vida real, con especial incidencia en el mundo de la publicidad, el comercio electrónico y el retail —el avatar podrá entrar en centros comerciales y comprar— y también en los servicios asociados a los grandes operadores y gigantes de Internet, como lo demuestra el hecho de que Telefónica o Microsoft estén ya trabajando intensamente en el desarrollo de sus propios metaversos.

El metaverso, por tanto, ofrecerá enormes posibilidades para las nuevas experiencias de compra y, apuntan los expertos, supondrá un enorme cambio en nuestra concepción del trabajo en equipo y en la deslocalización de los entornos de trabajo. En efecto, la potencia inmersiva del metaverso y el desarrollo de entornos colaborativos permitirá a las empresas el tener a sus trabajadores trabajando físicamente desde cualquier parte del mundo, pero en su propio metaverso laboral, de forma que la separación real no influya en la intensidad de la relación de los empleados con la empresa y con sus compañeros de equipo. Es solo una de las grandes transformaciones que nos aguardan de esta nueva virtualidad y esta nueva manera de entender el ocio y la actividad económica.