La tecnología se ha convertido hoy en día en una herramienta esencial para simplificar y automatizar tareas, estimular la innovación o facilitar el acceso a la información y al entretenimiento. De hecho, la revolución tecnológica experimentada en el último medio siglo ha modificado completamente nuestros hábitos de vida, forma de trabajar, de aprender, de comunicarnos, de relacionarnos o de disfrutar de nuestro tiempo de ocio.
La tecnología se ha convertido hoy en día en una herramienta esencial para simplificar y automatizar tareas, estimular la innovación o facilitar el acceso a la información y al entretenimiento. De hecho, la revolución tecnológica experimentada en el último medio siglo ha modificado completamente nuestros hábitos de vida, forma de trabajar, de aprender, de comunicarnos, de relacionarnos o de disfrutar de nuestro tiempo de ocio.
Sin embargo, no todas las personas pueden beneficiarse de manera igualitaria de las ventajas del desarrollo tecnológico. Es, precisamente aquí, donde la tiflotecnología ha adquirido importancia, permitiendo que gestos tan cotidianos como leer un WhatsApp, responder a un correo electrónico o realizar una compra online puedan ser realizados con normalidad por personas con pérdida de visión.
¿En qué consiste la tiflotecnología?
La tiflotecnología comprende el estudio y el análisis que las tecnologías tienen sobre las personas ciegas o con discapacidad visual grave. Sus resultados han servido para alejar a este colectivo del analfabetismo digital y acortar la brecha digital, aportando soluciones que permiten mejorar la usabilidad y la accesibilidad de los dispositivos o aplicaciones, así como la calidad de vida y la autonomía de estas personas.
Aunque no hay una fecha exacta para el origen de la tiflotecnología, sus inicios se vinculan con la creación del prototipo de máquina parlante de Wolfgang von Kempeken, en 1791, y del Rafígrafo de Fouçault, en 1841, que se basó en una idea de Louis Braille y fue el precursor de una máquina de escribir que permitía la comunicación entre personas invidentes.
Clave en la inclusión social
Hoy en día, existen multitud de recursos y productos tiflotécnicos, como la telelupa, los magnificadores de caracteres, los lectores de pantalla o los sistemas de audio descripción. Los avances en materia de tiflotecnología han sido claves para la inclusión social, sin embargo, todavía falta mucho camino y concienciación para garantizar el acceso universal a la tecnología. Así lo revela el último informe Tecnología y discapacidad de Fundación Adecco, del que se desprende que un 36% de las personas con discapacidad mejorarían las tecnologías existentes, mientras que un 29% impondría como norma la Accesibilidad Universal en todos los nuevos productos tecnológicos y un 20% generalizaría la accesibilidad cognitiva en las tecnologías de las información.
Es cierto también que la irrupción de las nuevas tecnologías y su adaptación han mitigado dificultades derivadas de la movilidad, la audición o la visión reducida, disminuyendo las situaciones de dependencia y ofreciendo nuevas oportunidades de acceso al empleo, la formación, el ocio o la comunicación.
Organizaciones como la ONCE, que cuenta con un Centro de Tiflotecnología e Innovación (CTI) referente en España y a nivel mundial, trabaja ya desde hace años en este sentido, impulsando que las tecnologías, desde su concepción, diseño y producción, favorezcan el acceso en igualdad de condiciones.