El open source (o código abierto) es un software cuyo código fuente es publicado bajo una licencia de código abierto o forma parte del dominio público. Los orígenes de este concepto se sitúan entre los años 1950 y 1960, en los que los padres del internet actual y de los protocolos de redes dependían de un entorno colaborativo y abierto. Estos valores perduraron hasta la década de los noventa y siguen presentes hoy en día, en concreto, se estima que aproximadamente un 90% de empresas utiliza, al menos, un componente de open source. La revisión entre compañeros, la transparencia, la flexibilidad y la colaboración abierta son algunas de características principales.

¿Vive el Open Source su mejor época?

A partir de 2015, la filosofía open source empezó a penetrar entre las grandes tecnológicas. Empresas como Google, Amazon, o incluso Microsoft iniciaron proyectos en este sentido. Según una encuesta realizada por Red Hat en 2019 entre más de 950 empresas de todo el mundo, cerca del 70% de estas compañías incrementó el uso de código abierto durante ese año. Además, según otra investigación de Red Hat publicada en 2021, más de la mitad de los actores del sector TI admite usar el código abierto empresarial en sus procesos de transformación digital, un porcentaje que ha aumentado en más de 10 puntos desde el año 2019. La modernización TI y el desarrollo de aplicaciones son los ámbitos en los que el código abierto ha irrumpido con más fuerza en los últimos años, mientras que otros como el desarrollo web o el big data siguen mostrando ciertas reticencias hacia esta forma de trabajo.

Riesgos del código abierto

A pesar de su popularidad y de sus ventajas para la innovación y la colaboración en el sector TIC, el uso de open source conlleva ciertas desventajas. Debido a su condición, el software de código abierto no tiene ningún tipo de obligación legal en materia de protección y carece de garantías de seguridad, soporte o contenido, aunque, según Red Hat, más del 85% de las empresas considera que el open source empresarial es igual de seguro que el software propietario. Otro de los argumentos en contra de esta filosofía es la de los problemas de propiedad intelectual, ya que, entre las más de 200 licencias disponibles dentro del mundo open source, existen múltiples incompatibilidades. Por otra parte, es conveniente tener en cuenta que, al ser un código accesible, sus vulnerabilidades serán conocidas públicamente, exponiendo a sus usuarios a sufrir ataques por parte de los ciberdelincuentes.