En los últimos años, los movimientos Low code y No code han irrumpido con fuerza en el mundo de la programación, y la adopción de este tipo de herramientas y plataformas parece haberse precipitado en los últimos meses con el aumento del trabajo distribuido propiciado por la actual crisis del coronavirus.

Creados bajo la misma premisa, la rapidez de desarrollo, presentan, sin embargo, finalidades y funcionalidades muy diferentes. Y aunque pueda parecer que ambos modelos de desarrollo están poniendo contra las cuerdas el futuro de la programación, no es así. Utilizados con el enfoque correcto, podrían suponer grandes ventajas,  liberando a los programadores de tareas secundarias y ofreciéndoles la posibilidad de centrarse en los aspectos que realmente aportan diferenciación e innovación.

Según datos de Forrester Research, el No code se convertirá en un nicho de mercado que alcanzará los 21.000 millones de dólares dentro de dos años, con crecimientos anuales que superarán el 40%, mientras que Gartner señala que, en 2024, el No code será la base de desarrollo del 65% de las aplicaciones. Pero ¿en qué consisten estas tendencias y qué desafíos presentan?

Diferencias entre Low code y No code

Ambos modelos pretenden democratizar la programación, permitiendo a usuarios sin apenas conocimientos de programación, de forma intuitiva y empleando la dinámica de arrastrar y soltar sus diferentes elementos, crear sitios web, apps, plataformas o automatizar procesos. Sin embargo, existe una clara diferencia entre este tipo de herramientas. En el No code, la lógica del software, la interfaz y los distintos elementos están preconfigurados con una estética definida que no se puede alterar más allá de las distintas opciones que ofrece por defecto. Es decir, su universo es limitado y el código creado originalmente no se puede modificar, lo que se traduce en soluciones difíciles de personalizar y, en muchos casos, de evolucionar y actualizar. En cambio, en el Low code, aunque las plantillas preprogramadas cubren también los casos de uso más comunes, sí requieren un mínimo de programación manual y permiten, además,  aumentar su capacidad lógica.  Este hecho hace que se estén barajando cada vez más como fórmulas que podrían ayudar al programador en su trabajo, permitiéndole concentrarse en la personalización de aquellos puntos que pueden aportar auténtico valor para el cliente, y sin ocuparse de la programación repetitiva. El No code podría ser al Low code, lo que las casas modulares prefabricas a las casas construidas a medida, más rápidas y económicas, pero carentes de personalización.

En definitiva, las aplicaciones que aceleran la transformación digital y ayudan a superar sus retos no son sencillas y necesitan, sin duda, la participación activa de los profesionales de la programación, pero ¿cambiarán las tendencias Low code y No code los flujos de trabajo en el entorno de la programación?