Tras un 2020 marcado por la pandemia, en 2021 se augura una gran demanda de tecnologías que aporten flexibilidad y capacidad de adaptación a las organizaciones. Como cada año, la firma de análisis especializada en TIC Gartner ha realizado su lista de posibles tendencias tecnológicas para el año que viene y, entre ellas, el internet del comportamiento (IoB) se alza como una de las más disruptivas.

Más allá del IoT o del IoE

El internet del comportamiento surge a medida que la tecnología es capaz de captar y utilizar la información generada por las personas en su vida cotidiana. A diferencia del internet de las cosas (IoT) o del internet del todo (IoE), que tratan de capturar información en tiempo real, el IoB abre una nueva oportunidad de conocer hábitos o comportamientos de los usuarios, permitiendo que las organizaciones tengan un conocimiento muy exhaustivo de ellos y puedan, por ejemplo, personalizar al máximo los contenidos publicitarios. Según la consultora Gartner se espera que en 2023 la IoB rastree digitalmente las actividades individuales del 40% de las personas, pero en la actualidad ya convivimos con muchas herramientas que pueden ser utilizadas por esta tecnología. El reconocimiento facial, la ubicación o la monitorización de la actividad física ya pueden ser empleadas por la IoT para saber cómo nos comportamos y cuáles son nuestras necesidades y deseos.

IoB y ética

Sin duda, la información captada por el internet del comportamiento es muy valiosa y puede ser muy útil a la hora de, por ejemplo, iniciar hábitos saludables o tomar grandes decisiones empresariales. Sin embargo, como ocurre con cualquier tecnología que trabaje con datos de carácter personal, el uso de esta información entraña muchos dilemas morales. Un mal uso del IoB puede derivar en la restricción del libre albedrío o incluso en la manipulación de la opinión pública, por lo que la ética organizacional y la regulación en materia de datos tienen un papel clave en su desarrollo. Según Gartner, la implantación del internet del comportamiento se hará de forma ética, ya que estiman que en 2025 la mitad de las grandes organizaciones implementarán soluciones de computación y proceso de datos que sean capaces de mejorar la privacidad