La tecnología NFT está transformando el mercado artístico y creando una nueva cultura del coleccionismo. Permite revalorizar productos o bienes culturales que, hasta el momento, habían circulado por la red de forma gratuita.

De hecho, lo digital era hasta hace bien poco sinónimo de compartible, reproducible. No existía el equivalente digital al hecho de tener un verdadero y un valiosísimo Picasso, por ejemplo, de originalidad certificada. Hasta que llegó la tecnología NFT.

Las siglas proceden de su nombre en inglés, Non Fungible Token. Esto es, un token no fungible, no reproducible, un elemento que gracias a la tecnología blockchain es único e irrepetible, y solo tú posees.

Aunque la tecnología NFT existe desde 2017, es ahora cuando está creciendo su popularidad – solo el año pasado, se cuadriplicó el volumen de ventas de NFT, según un estudio de nonfungible.com-.

En primer lugar, ha impactado en el mercado del arte, ofreciendo a los artistas digitales —a los creadores de imágenes, de vídeos, de archivos sonoros— la posibilidad de disponer de una certificación de propiedad, un control sobre su obra, sobre las reproducciones que se puedan hacer de ella y, en consecuencia, sobre la generación de royalties.

En este sentido, han aparecido llamativas noticias, como la venta en pocos días de 3.000 NFTs de cartas de Pokémon por cinco millones de euros, pero lo cierto es que esta capacidad de autentificar elementos digitales está yendo mucho más allá del arte y teniendo interesantes aplicaciones en múltiples sectores, como es el caso de la automoción. Alfa Romeo, por ejemplo, ha anunciado que su nuevo modelo de todocamino, el Tonale, estará conectado a la nube —si el propietario da su previa autorización— mediante tecnología NFT, que permitirá conocer al potencial comprador futuro de ese coche, y sin riesgo de alteraciones, cada detalle de la vida de esos vehículos. La exclusiva confianza en la palabra del vendedor, a la hora de comprar un coche de segunda mano, tiene los días contados.

Hay aplicaciones también muy interesantes en el mundo del cine —Tarantino ha subastado escenas sin cortes en NFT de Pulp Fiction—, en el mundo editorial —ya hay revistas que ofrecen contenidos exclusivos en NFT para particulares—y los inversores en capital riesgo están invirtiendo en esta tecnología, pero donde se espera que se produzca el gran salto hacia adelante será en el desarrollo del Metaverso. En ese mundo virtual, la capacidad de probar la propiedad de algo será tan importante como en el mundo real, y la tecnología NFT mostrará ahí todo su enorme valor. Ya se habla de grandes proyectos basados en NFT para el Metaverso que aparecerán en los próximos meses, y ya hay páginas especializadas en NFT y Metaverso que han comenzado a vender calles de ciudades. Calles virtuales que ahora valen poco, pero que en el futuro podrán ser explotadas por sus auténticos propietarios digitales. La realidad (virtual), una vez más, superará a la ficción.