En los últimos años el mundo de las TIC ha reclamado incesantemente su puesto en la lucha contra el cambio climático, y así lo demuestran corrientes como el green IT o el big data ambientalAunque diversos informes ya han confirmado que nuestra presencia online contamina, y que, por tanto, el entorno digital es parte del problema, tecnologías como el blockchain han demostrado, paradójicamente, ser parte de la solución gracias a su capacidad de dotar a un gran abanico de sectores de mayor eficiencia, transparencia y adaptabilidad a los cambios. El blockchain verde se postula ya como una de las grandes esperanzas para lograr la trazabilidad de residuos y emisiones, pero también para acercar al usuario información sobre la sostenibilidad de los productos que consume e incluso lograr que ciertos servicios financieros sean más responsables con el medio ambiente.

Blockchain para lograr un sistema financiero más verde

El financiero es, junto con el del IoT, uno de los mercados en los que ESET augura un mayor crecimiento de las aplicaciones blockchain, y también uno de los ámbitos en el que más se ha implantado el uso de esta tecnología con fines sostenibles. La cadena de bloques ya ha iniciado una “revolución verde” en el mundo de las finanzas ayudando a los inversores a canalizar sus operaciones hacia activos más ecológicos, existiendo incluso soluciones de trazabilidad que permiten monitorizar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por Naciones Unidas. Además, dentro del ámbito de las criptomonedas, que se caracteriza por su polémico consumo energético, también se empiezan a ver cambios gracias a la adopción de energías renovables y a la mayor transparencia en el minado de divisas.

Reducción de actividades poco sostenibles en la pesca

La sobrepesca y el furtivismo son uno de los mayores problemas para la supervivencia del sector pesquero, pero también para la de las especies marinas. Esta actividad ha sido una de las últimas en sumarse al carro de la transformación digital y los resultados están siendo muy positivos tanto en términos económicos como ecológicos, gracias a aplicaciones que usan el blockchain para asegurar la trazabilidad de los productos marinos desde su captura hasta su consumo. Con la ayuda de esta tecnología la pesca ha logrado reforzar la confianza del consumidor, reducir las prácticas agresivas y potenciar la repoblación de entornos marinos. Además, la cadena de bloques es crucial a la hora de luchar contra el desperdicio alimentario, un desafío humanitario y ambiental en el que las industrias pesquera y acuícola tienen un rol clave, ya que son, según la FAO, las responsables del 35 % de los alimentos que se desechan en el mundo.

Control de resíduos

Una de las aplicaciones más inesperadas y exitosas del blockchain hay que buscarlas en la gestión de residuos, permitiendo a empresas y organismos cerciorarse de que sus desechos completan de forma sostenible su ciclo de vida y no acaban en ríos, mares o cualquier tipo de entorno natural. De esta manera, la tecnología también pone a disposición de los consumidores una información más transparente y verídica sobre la gestión de estos materiales por parte de las compañías, contribuyendo a una implementación más efectiva de la responsabilidad social corporativa.

Agricultura más transparente

La transformación verde de las compañías suele ser desencadenada, al igual que la transformación digital, por las exigencias del cliente, y así se refleja en la agricultura. El creciente interés de los consumidores por los productos ecológicos y de kilómetro cero está fomentando la adopción de soluciones que permitan la trazabilidad de las hortalizas y frutas, luchando, a su vez, contra la desinformación y el fraude que afectan desde hace años a la agricultura responsable. Desde la verificación de que un aceite sea, efectivamente, virgen extra, hasta el seguimiento de un cereal desde su siembra hasta su transformación en pan, el blockchain ya ha logrado que se pueda tener un control riguroso de los productos del campo, lo que facilita no sólo su confirmación como producto “eco”, sino que podrá ser clave en un futuro para la asignación de denominaciones de origen.