Aunque su popularidad es muy reciente, los primeros esbozos de lo que llegaría a convertirse en un vehículo aéreo no tripulado datan del siglo XVIII y, pese a que su principal ámbito de actuación haya sido hasta hace poco el mundo militar, pocos se imaginaron hace unos años que los drones serían clave para luchar contra uno de los problemas más importantes de este siglo: el cambio climático. Según un informe de Droneii, para 2026 el mercado de UAVs superará los 35.000 millones de euros y la capacidad de estos dispositivos de generar soluciones más sostenibles para diversos sectores, así como de adaptarse a los desastres naturales explican en parte este crecimiento.
Proteger ecosistemas desde el aire
En los últimos años, los drones han conquistado a muchos ambientalistas al permitir adentrarse en ecosistemas protegidos y tomar datos generando un impacto humano mínimo. Estos dispositivos ya se utilizan para combatir plagas, repoblar especies en zonas remotas o recoger basura en mares y ríos. Tal y como detalla un estudio publicado por la agencia para asuntos marinos del Gobierno de Escocia, los UAVs también permiten conocer con precisión en qué puntos se deben plantar árboles para evitar la desertificación en las laderas de los ríos, así como reconocer ecosistemas amenazados en tiempo record. Otra de las ventajas que ofrece el dron frente a otros vehículos es que, en el 80% de los casos, no interfiere con el vuelo y la orientación de las aves, como ha demostrado un estudio de la Universidad de Montpellier tras analizar la reacción de distintas especies al entrar en contacto con estos aparatos.
Predecir y gestionar desastres naturales
Las posibilidades que ofrecen los drones para predecir y gestionar desastres naturales se han hecho evidentes en el caso del volcán Cumbre Vieja, en el que los drones han ayudado a que los científicos y equipos de emergencias puedan predecir los movimientos de la lava y tomar muestras en tiempo record sin riesgo para la vida humana. La experiencia vivida en La Palma ha demostrado la versatilidad de estos dispositivos para afrontar futuras crisis vinculadas al cambio climático y, de hecho, ya tienen un papel fundamental en la prevención y extinción de incendios forestales, pues ciertos modelos son capaces de detectar los inicios del fuego gracias a imágenes infrarrojas y en 3D.
Substitutos de medios contaminantes
Uno de los efectos más evidentes de la utilización de drones es el descenso de emisiones de efecto invernadero. Los vehículos no tripulados son cada vez más frecuentes en ámbitos tan dispares como la agricultura, el comercio o el sector audiovisual y esto se traduce en una reducción del uso de medios como helicópteros, coches, tractores, grúas o barcos. Su expansión no ha hecho más que empezar y pronto sustituirán a los taxis, repartidores de comida o transportistas, reduciendo en gran medida el tráfico de las ciudades y sus consecuentes emisiones de Co2.